dilluns, 10 de març del 2008

la vigorexia

Actualmente, el excesivo culto al cuerpo y la obsesión por un estilo de vida sano, está originando una serie de enfermedades que aunque todavía están por estudiar, pueden llegar a ser uno de los mayores problemas mentales de nuestro siglo. Por eso, hoy, os hablaré de la Vigorexia.

Las personas vigorexicas tienen una imagen distorsionada de si mismas y se ven faltos de musculatura y tonicidad, lo que les lleva a hacer ejercicio físico de manera obsesiva. Esta distorsión, provoca que muchos acaben deformando su cuerpo, ya que se “machacan” hasta adquirir una masa muscular poco acorde con su talla y complexión.

Normalmente, suelen asociar belleza con fuerza, complementan su dedicación casi exclusiva al gimnasio con una dieta rica en proteínas y a veces con el consumo de anabolizantes o esteroides que faciliten el desarrollo de la musculatura.

los vigorexicos también corren el riesgo de padecer lesiones hepáticas, cardiacas, difusión eréctil, infertilidad y cáncer de próstata. Además, tiende a aislarse socialmente.

A diferencia de la anorexia, que afecta sobre todo a mujeres, la vigorexia es típicamente masculina.

En nuestro centro no hay vigorexicos, pero a veces nos obsesionamos temporalmente con el deporte y olvidamos que hay que practicarlo por salud y bienestar personal.

Muchos de nosotros, cuando entramos en prisión, cambiamos nuestros hábitos y rutina diaria. Cuando estábamos en la calle no comíamos a unas horas fijas, tomábamos drogas y consumíamos alcohol, trasnochábamos, etc. Una vida de autodestrucción que a la larga se paga. Y además, la mayoría no practicaba ningún deporte. Al estar presos, adquirimos o desarrollamos hábitos a través de las diferentes actividades y de la rutina diaria: almorzar, comer y cenar cada día a la misma su hora, dormir pronto y las horas necesarias… ser responsables en el cumplimiento de nuestras obligaciones, en definitiva, llevar una vida ordenada.

Algunas de las cosas que hacemos aquí nos producen bienestar físico y mental. Por ejemplo, el practicar deporte nos ayuda a sentir que por primera vez estamos haciendo algo bien y además por nuestra salud. Mejora nuestro aspecto físico y si nos vemos mejor, también nos sentimos mejor. Y Nuestros progresos nos dan confianza. Pero, esto sin control y sin alguien que guíe puede acabar convirtiéndose en un problema.


En ocasiones, he estado tan obsesionado con mi físico que si alguien me hablaba y al mirar al frente veía mi reflejo en un cristal o algo, no podía evitar mirarme y aunque seguía escuchando, ¡mi verdadera atención estaba en mi reflejo! Me miraba, porque me sorprendia verme desde ese angulo, comprobar cómo había mejorado y como estaban aumentando mis músculos.

Era algo involuntario por mi parte y supongo que al no poder comprobar mis cambios físicos (porque aquí no tenemos espejos de cuerpo entero) me emparanoiaba si pasaba un día sin hacer deporte. Pensaba que iba a perder fuerza, me veía más delgado y me sentía más chafado.

Ahora, he comprendido que lo importante del deporte es disfrutar practicándolo individualmente o con los colegas y sentirte bien.